Hace ya varios días que venimos asistiendo a través de los medios a la polémica que se ha desarrollado entre comerciantes, instituciones y ciudadanos por la falta de iluminación en varias de las calles más céntricas y emblemáticas de Córdoba.
Entre otras cuestiones, esta problemática ha sacado a colación el asunto de la seguridad ¿Pueden realmente factores tales como la iluminación ayudar a generar sensación de seguridad? Como expertos en la materia, hemos creído conveniente traer aquí algunos conceptos que pueden servirnos para aclarar dudas y arrojar un poco de luz en este asunto (nunca mejor dicho).
Cuando hablamos de seguridad solemos referirnos al estado de bienestar que disfruta y percibe el ser humano en su vida cotidiana. También a la ausencia de riesgo o incluso la confianza que depositamos en alguien o algo. Pero ¿y cuando hablamos de seguridad ciudadana? Entonces nos referimos concretamente a la acción integrada que llevan a cabo las instituciones del Estado en colaboración con la ciudadanía para asegurar la convivencia pacífica, erradicar la violencia y evitar la comisión de delitos. Más específicamente podemos diferenciar dentro de esta categoría entre seguridad objetiva y seguridad subjetiva, y he aquí el quid de la cuestión. Veamos en qué consisten una y otra:
La seguridad objetiva hace referencia, en cifras exactas, al índice que mide los actos delictivos que se cometen en una ciudad o parte de ella. Transmite una sensación real, medible y, por lo tanto objetiva. Es decir, ofrece una imagen fidedigna del nivel de seguridad (o inseguridad) existente.
Por el contrario, la seguridad subjetiva, hace referencia a una sensación o sentimiento de poder ser víctima de un hecho delictivo, pero no es para nada medible. Es una percepción subjetiva de los individuos, que si bien es libre y puede ser comprensible en determinadas circunstancias, no ofrece en ningún caso datos reales de la inseguridad existente. Ahora bien, hay múltiples factores que influyen en esta percepción subjetiva: una mala limpieza de la vía pública, la existencia de pintadas o cristales y persianas con desperfectos y, por supuesto, una iluminación escasa o inadecuada.
La iluminación tiene pues el objetivo esencial de poder ver y ser visto, y permite a las personas reconocer perfectamente riesgos potenciales y poder evitarlos. Es pues razonable pensar que es lo idóneo y deseable que cualquier vía pública cuente con una iluminación adecuada que contribuya a generar una sensación de seguridad suficiente tanto para viandantes como para usuarios y propietarios de comercio. Y es obligación de las instituciones el contribuir con los medios necesarios a generar esa sensación de seguridad, tanto objetiva como subjetiva.
Lejos de querer echar más leña al fuego y aumentar la polémica, esperamos haber ayudado a aclarar algunos conceptos en materia de seguridad, y estamos a disposición de cualquiera de los actores implicados para contribuir con nuestros servicios a que todos y todas nos sintamos más seguros.